24.9.06

LA TENTACIÓN VIVE EN UNA VITRINA



Star Wars, El Señor de los Anillos, Mazinger Z, barbies, muñecos de Playmobil, personajes de Tim Burton, héroes de la Marvel... Los fans de los iconos de la cultura pop han creado auténticos "templos" de su pasión favorita. Hemos entrado en algunos de ellos

Friki (del inglés «freak»): raro, extravagante, fanático. Este término, aún no aceptado por la Real Academia Española, se usa coloquialmente para referirse a una persona obsesionada con una afición o hobby. Pero los protagonistas de esta historia, acaparadores de productos de la cultura pop, no suelen aceptar ese cartel, aunque hayan perdido la cuenta de la figuras de Star Wars que atesoran, compren cartas a 200 euros la pieza o guarden tierra de la tumba de J. R. R. Tolkien. «Normalmente no llamas “friki” a un coleccionista de sellos o de monedas. Pues nosotros hacemos lo mismo con iconos de nuestra infancia. Hay gente que no lo entiende, pero no tiene nada de raro», comenta Ismael Contreras, encargado de una de las tiendas que Generación X tiene en Madrid (www.generacionx.es). Un establecimiento lleno de tentaciones. «No son coleccionismos vinculables. El fan de Star Wars no tiene nada que ver con el de El Señor de los Anillos, aunque ambos pueden llegar a obsesionarse y buscar todos los productos de una gama. Están muy bien informados y saben lo que quieren. Llegan a la tienda y nos dicen: “El mes que viene va a salir una nueva figura. La queremos”. Y se la reservamos».

Star Wars es lo que más vende. Lo último (o penúltimo, casi cabría decir) son los muñecos «potato» con el rostro de personajes de la saga, como el «potato Vader». En la lista le sigue el «merchandising» relacionado con la novela épica de Tolkien, los personajes de Tim Burton de «Pesadilla antes de Navidad» y «La novia cadáver» y algunos clásicos de toda la vida (héroes de la Marvel, aliens, predators...). La oferta incluye figuras de plástico a precios asequibles y otras de resina, de serie limitada, que son auténticas obras de arte. En www.sideshowtoy.com hay listas de espera para adquirir estatuillas exclusivas. Sin olvidar los cómics (una serie como Spiderman tiene hasta 600 números) y las cartas coleccionables (algunas rarezas de la colección Magic alcanzan un precio de mil euros, y hay mazos para jugar a 600 euros). Esos surtidos añaden expansiones que tienden al infinito, porque la carrera de un fan no tiene meta, a no ser que él mismo se la imponga.

Ahora están en pleno apogeo los productos de «Piratas del Caribe»: desde muñecos a colgantes, incluyendo la llave del cofre del hombre muerto. Los de «Sin City» han funcionado muy bien, y la secuela que viene les dará un nuevo empujón. ¿Es usted un entusiasta de «Perdidos», la serie de televisión? Pronto habrá muñequitos en el mercado. Y también de «El laberinto del fauno», la esperada película de Guillermo del Toro. Hoy se explota todo. «Tenemos cuenta de clientes», continúa Ismael Contreras —él mismo adquiere figuras de diseño realizadas por un artista de Nueva York que, quién sabe, tal vez algún día se coticen—. Son tipos de entre 25 y 40 años, unos más coleccionistas que otros, según su nivel adquisitivo».

«¿Cuántas figuras tengo? Todas. Cuando repintan una, la compro». Gaby Navarro, 32 años, confiesa que sus días tienen 27 horas. ¿Qué tiempo dedica a su colección de Star Wars? Mejor no confesarlo. Vive en Elda (Alicante) y, desde su más tierna infancia, se encuentra febril por culpa del universo creado por George Lucas. «Tenía tres años cuando vi la primera entrega de la saga en un cine de verano, en Benidorm. Naturalmente estaba dando la tabarra, pero cuando apareció la nave espacial me quedé como hipnotizado, según cuentan mis padres. Empecé a pulirme la paga semanal que me daba mi abuelo —cien pesetas— en muñequitos. Conservo algunos, otros los rompí (ahora los he repuesto, naturalmente). De aquella colección original no me falta ninguno, bien cuidados, con su peana».

Gaby se ha centrado en las figuras de 3 pulgadas y 3/4 («se comenta en los mentideros que es lo que medía el dedo del tipo que lanzó la idea»), pero es ambicioso: busca las variaciones, los fallos (un Luke Skywalker moreno, por ejemplo, o el mismo monstruito con orejas o sin ellas). Y más: figuras de 12 pulgadas, naves espaciales, sables, pistolas, trajes, cascos... «En Estados Unidos salió un muñeco del propio George Lucas caracterizado como un personaje más. Había que adquirir un “pack” con cinco figuras que incluía un cupón para conseguir a Lucas. Hice las gestiones necesarias». No hay reto que se le resista. De los productos especiales tiene dos copias: una para la vitrina, para mirar y remirar, y otra que conserva virgen en el «blister» (caja o embalaje).

Tiene las películas en todos los formatos posibles (VHS, Beta, Láser Disc, DVD...), y todas las ediciones. «¡Pero si son los mismos filmes!», exclaman sus colegas. «Ya, pero la caja no es la misma», les contesta. Empezó rastreando material en ebay (www.ebay.es), la web de compraventa más importante del mundo, pero luego se hizo amigo de Steven, un comerciante norteamericano que se ha convertido en su principal suministrador. «Hablamos todas las semanas». Está en contacto permanente con las tiendas especializadas. «Si traen alguna pieza, la compro aquí; sale más barata». Y bucea en webs como www.rebelscum.com (el paraíso de los coleccionistas de Star Wars), www.rebel-empire.com y www.legion501.com. Es paciente. Con la experiencia se ha dado cuenta de que, tarde o temprano, se consigue todo. El sótano de su casa es su «templo de ocio».
—¿Y tu mujer no te ha puesto aún de patitas en la calle?
—No —sonríe—. Ella colecciona muñecas Barbie. Tiene más de doscientas. Si hay peleas, es por el espacio.

El factor mujer, o novia, o padres no es irrelevante. Cualquier coleccionista sabe a qué nos referimos. Juanjo García vive en Elda con sus padres, «pero me apaño». Vamos, que no hay una oposición dura. Su caso es curioso: es un apasionado de Mazinger Z, la serie de culto japonesa, pero no había nacido cuando TVE la estrenó en la década de 1970. El veneno se lo metieron sus primos mayores, con quien pasaba las vacaciones. «Les gustaba mucho, pero yo los he superado con creces», afirma orgulloso. Empezó a moverse por internet (www.mazinteamrg.tk, www.mundomazinger.com), echó sus redes en ebay y se hizo con la serie original completa (92 capítulos; en España la censuraron por su supuesta violencia y la dejaron en 24), sus secuelas («Gran Mazinger», «Grendizer», «Mazinkaiser»), álbumes de cromos, cómics, cartas... Pero su colección estrella consiste en 40 figuras de metal, de 20 centímetros de altura, importadas de Japón, que representan al mítico robot, sus aliados y enemigos. «Las hay de cien euros, o más. También tengo otras de plástico duro: una serie limitada de la que me faltan sólo dos piezas». Tiempo al tiempo.

«Mi tesoro». La frase de Gollum para definir el anillo único se puede aplicar a la legión de seguidores de Tolkien, a quienes la versión cinematográfica de «El Señor de los Anillos» les ha puesto en bandeja tentaciones para enloquecer. Y se anuncia la adaptación de «El Hobbit». Juan Carlos Iglesias, 38 años, es propietario de varios restaurantes de Barcelona. En la bodega de uno de ellos, «Rías de Galicia», junto a 25.000 botellas de vino, tiene «su tesoro»: un museo de piezas relacionadas con la obra maestra del profesor de Oxford. Hay un pasado, claro: hace más de veinte años, en Fuensagrada (Lugo), un chaval leía por vez primera «El Señor de los Anillos» e imaginaba que los bosques que lo rodeaban eran los de la Tierra Media. «Siempre he creído que los árboles tienen vida, como los ents de Tolkien», confiesa. Ahí nació su amor por la lectura, «una pasión que nace cuando lees el libro adecuado», y por el mundo de los elfos, hobbits y enanos. Cuando llegaron los primeros rumores de las películas de Peter Jackson, empezó a colaborar en www.elfenomeno.com bajo el «nick» de Seoman —personaje de «Añoranzas y pesares», la tetralogía de Tad Williams—. «La primera pieza que cayó fue la figura de un nazgûl a caballo que me regaló mi mujer», recuerda Juan Carlos. «Pero hubo un salto cuantitativo fruto de la casualidad: un día vino a mi restaurante el editor de “Wine Spectator”, la revista de vinos más importante del mundo, que, casualmente, es amigo del presidente de New Line Cinema, la productora de las películas de “El Señor de los Anillos”. Le habló de mí y me envió nueve estatuas de colección». Luego empezó una búsqueda imparable: sellos, monedas, fotogramas originales, muñecos, cascos, armas, pipas, cartas, juegos de mesa, autógrafos de los actores... y una figura de Gollum a tamaño real. Una atracción más que añadir al marisco fresco de su establecimiento: los hijos de sus clientes disfrutan de una visita guiada al museo de Seoman.

La demostración empírica de que la auténtica patria de las personas es su infancia está aquí: www.playclicks.com. ¿Una Asociación Española de Coleccionistas de Playmobil? La cosa va muy en serio: es la página web en español más importante sobre estos muñequitos, con un millar de miembros registrados, 4.000 usuarios frecuentes, 3.000 visitas diarias y una galería de 3.500 fotos; sus fans acaban de celebrar con un éxito rotundo la II Feria Nacional en Barcelona. Juan Miguel Soler alumbró esta iniciativa hace cuatro años. «Los clicks de Playmobil eran mis juguetes favoritos de pequeño, pero me reencontré con ellos hace poco», comenta. «Soy informático y se me ocurrió la idea de la web, una excusa para conocer a otros aficionados, para acceder a más material. Ahora le dedico todo mi tiempo libre». Este malagueño de 35 años atesora más de 5.000 muñecos con sus complementos —«pero no soy el que más tiene, ¿eh?»—, algunos en cajas que llevan cerradas 30 años. «¿Para qué abrirlas? Me basta con saber que están ahí. A la mayoría nos mueve el coleccionismo; también hay gente que no acapara clicks, que tiene una cantidad razonable para montar sus escenarios. A veces, no nos conformamos con el aspecto que traen de fábrica y les damos un toque particular. Vuelves a ser niño». O tal vez nunca has dejado de serlo.

(Publicado en ABC el 24-09-2006)


1 comentario:

DUŠKA ALŽBĚTA dijo...

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